Maritza Arango, dos medallas que le cambiaron la vida

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Los Juegos de Río 2016 representaron un renacer para el deporte paralímpico colombiano, el país fue protagonista en estas justas y fue allí donde las mujeres empezaron a hacer historia.

Maritza Arango

Una de las damas que hizo parte de la delegación de 39 deportistas que representó al país en Río de Janeiro fue Maritza Arango, quien viajó para competir en atletismo y terminó siendo una de las protagonistas al ganar dos medallas de bronce.

Llegar hasta los Juegos Paralímpicos de Río 2016 fue todo un reto para Maritza, “fue un proceso bastante duro porque fueron cuatro años de mucho entrenamiento, de mucho sacrificio. Me tuve que alejar de la vida social porque siempre, en el deporte, si uno quiere llegar lejos, le toca alejarse de la vida social y ser muy disciplinado. Tuve que entrenar mucho, lo hacía de domingo a domingo, y tenía la meta de ser una de las mejores e ir y ganarme una medalla. Siempre le apuntaba a uno de los tres primeros puestos y le pedía a Dios que si él me tenía allá en Río era para ganarme una de las tres medallas, no importaba el color”.


La primera presea conseguida fue la de los 1500 metros T11, prueba que comenzó con el hit de clasificación. Confiando en su preparación, Maritza llegó de primera y se llenó de motivación para afrontar la final. Esa competencia fue dura desde que corrimos las semifinales, fueron dos hits y en el primero llegó una rival nueva que no conocíamos y recuerdo que las dos primeras clasificaron con muy buenas marcas. Yo competí en el segundo hit y salí a correr con mucho miedo porque las marcas que hicieron las dos primeras fueron bastante buenas, obviamente yo ya las estaba haciendo, pero vi que se me iba a poner muy dura la final. Salí a correr y clasifiqué de primera”.

Ya en la final, los nervios hicieron lo suyo, aun así, se concentró y se enfocó en la voz de su guía Jonathan Sánchez, quien oportunamente le indicó cuál era el momento para asegurar la medalla. “Cuando nos paramos en el partidor puse todo en manos de Dios y salí a correr, solamente escuchaba al guía, no escuchaba al público y estaba concentrada en lo mío. Íbamos de segundos cuando faltando como una vuelta me pasó la tercera y mi guía me decía ‘Mari tenemos que asegurar puesto acá’, porque en un mundial en el 2015 me habían descalificado por una falta que cometí, entonces él trató de regularme para que no me fuera a pasar eso. La meta ahí era asegurar medalla y así ganamos la de bronce con récord de las Américas”.

Posteriormente llegó la competencia de los 4×100 metros T11 – 13, la cual realizaría en compañía de sus compañeras Yesenia Restrepo, Sonia Sirley Luna y Jéssica Marcela González. En esta oportunidad el reto fue aún mayor, pues antes de ganar un lugar en el podio, era necesario ganarle a la ansiedad colectiva que estaba afectando el desempeño de las deportistas. “En ese relevo de 4 x 100 había también mucho estrés, porque recuerdo que no nos daban la entrega, había mucho estrés por parte de parte de algunos de los guías, también de las competidoras. Como dos tres días antes algunos lloraban, peleábamos de tanto estrés que se sentía, porque íbamos a hacer la entrega y salía la pareja que iba a recibir o el otro no alcanzaba a llegar a tiempo, entonces había demasiada tensión”.



A pesar de esto, la competencia fue a otro precio: “el día de la prueba, gracias a Dios, todo salió de la mejor forma. Como siempre, en toda competencia, había que concentrarse bastante y gracias a Dios las cosas se nos dieron, concluye Maritza.

Para lograr estas dos medallas estuvo acompañada de su mano derecha, o mejor, de quien se ha convertido en sus ojos durante las pruebas, su guía Jonathan Sánchez. “Él ha sido una persona fundamental en mi carrera deportiva, me ha acompañado en todos estos triunfos desde el 2012, en el momento llevo 10 años con él. Es la persona que siempre ha estado en todos mis entrenamientos, me ha corregido, ha estado ahí siempre para darme ánimo, para darme aliento en los momentos en los que he decaído; cuando caigo, él me ayuda a levantar, me ha dado ánimos. Es la persona que siempre ha estado ahí para para ayudarme en competencias nacionales e internacionales, con él he obtenido la mayoría de mis triunfos”.

Su Historia

Esta medallista colombiana nació en la vereda Santa Marta, ubicada en el municipio de Argelia, Antioquia, en el año 1978. Allí vivió una infancia y una juventud memorable, según recuerda: “tuve una infancia muy bonita y a la vez muy dura porque me tocaba trabajar bastante, ayudar con todas las labores del hogar a mi mamá y en algunas cosas a las labores del campo a mi papá. Y fue muy bonita porque disfrutábamos mucho los fines de semana, nos reuníamos todos los jóvenes de la vereda a jugar, nos encontrábamos todos los domingos y nos divertíamos bastante, teníamos mucha libertad en cuanto a pasar bueno”.

Sobre sus inicios en el deporte paralímpico, Maritza Arango cuenta que llegó a este “por medio de un compañero que también era deportista, él llevaba mucho tiempo insistiéndome que me metiera al deporte y después de uno o dos años fue que tomé la decisión, porque nunca me había imaginado corriendo, era una persona totalmente sedentaria, de hecho, no me gustaba correr. Cierto día tomé la decisión de venir a la pista a ver cómo era correr, aunque al principio me daba mucho miedo, dejé todo en manos del guía. Vine y empecé a correr, me dediqué a correr y desde que empecé me iba súper bien, entonces eso me motivó a seguir ahí y creo que fue una de las mejores decisiones que pude haber tomado en mi vida”, afirma con certeza.

Maritza Arango y su guía Jhonatan Sánchez
Maritza Arango y su guía Jhonatan Sánchez

Actualmente vive en Medellín con su hijo Juan Esteban Marulanda, quien la acompaña en sus quehaceres diarios y aprende de su resiliencia y entereza.

El deporte ha sido un factor transformador para Maritza Arango y no duda en afirmar que: “mi vida me ha cambiado totalmente, yo diría que casi en un 100%, me siento feliz y agradecida con Dios y con la vida porque he obtenido muchísimos logros y gracias al deporte, hoy en día soy lo que soy”.

Maritza es una mujer imPARAble que ha dejado una huella importante en el deporte paralímpico del país, y así como goza del respeto y la admiración de muchas, es enfática al decir que Yo admiro a muchas mujeres imPARAbles, a las que salen adelante, que son guerreras y que luchan por sus sueños y por sus objetivos. A todas las admiro”.

Mira la anterior entrada: https://cpc.org.co/segundo-oro-para-lemos-en-el-grand-prix-de-para-atletismo/

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