Jairo Andrés Piñeros Moreno
Psicólogo del Deporte Ministerio del Deporte y el Comité Paralímpico Colombiano
Realizar una adecuada preparación psicológica y un entrenamiento mental acorde a las necesidades del momento, se ha convertido en un aspecto fundamental para todo deportista de élite. Las variables y exigencias que desde la parte mental se presentan dentro de una competencia, pueden ser anticipadas, preparadas y entrenadas por el deportista si son identificadas con el tiempo adecuado y se construye un plan de preparación psicológica para su manejo.
Sin embargo, la cabeza también se puede convertir en un enemigo, si el deportista se enfrenta a situaciones inesperadas como lo pueden ser, manejar una lesión, asimilar o analizar de manera incorrecta una sesión de entrenamiento o su desempeño en una competencia, o en este caso particular; entender y adaptar mentalmente sus procesos y objetivos deportivos frente a una pandemia de impacto global.
Es por ello que, frente a esta situación, nuestros deportistas deben hacer uso de todos los recursos y herramientas de tipo psicológico que han trabajado y entrenado previamente, para en primera instancia, comprender la situación y posteriormente dar un manejo progresivo y adecuado a ésta.
Para lograrlo, el deportista debe ser consciente de cómo se van a ver alterados en él, aspectos como: sus niveles de motivación, confianza, emociones y pensamientos. Y cómo van a irse modificando de forma positiva o negativa con el tiempo según su propia interpretación, adaptación y dominio de cada momento.
Es importante entonces que se comprenda y analice cada uno de estos aspectos detenidamente. En primer lugar, el deportista debe reconocer cuál es su percepción y emoción frente a la situación, reconocer la interpretación y el manejo que su entorno cercano (entrenador, compañeros de deporte y núcleo familiar) hace del tema, y cómo la suma de las dos cosas le va a permitir realizar un análisis más profundo de su propio sentir, para, de esta manera, dar una dirección adecuada al control y gestión de sus emociones.
Como segundo aspecto es fundamental que el deportista reconozca y dé control a sus pensamientos. Tener mayor tiempo para pensar, en ocasiones no es lo más adecuado, si lo que se piensa genera una mayor carga psicológica y un alto nivel de fatiga mental. Es por ello que el deportista debe detectar y eliminar aquellos pensamientos que le generen duda o desconfianza sobre su desempeño, y enfocarse en los que le permitan trabajar sobre sus fortalezas.
Desde el punto de vista motivacional como tercer punto, se hace muy relevante que el deportista reestructure sus objetivos deportivos, teniendo claro que éstos no han sido cancelados, sino pospuestos, y entendiendo este aplazamiento como la oportunidad de fortalecer aspectos técnicos, tácticos y mentales en los cuales crea que puede seguir mejorando para retomar entrenamientos y competencias con mayor fuerza.
Por último, cada deportista debe revisar y trabajar a diario sobre su nivel de confianza; entender que su entrenamiento se ha dado de manera adecuada adaptándolo según las circunstancias, y que cada acción y trabajo que realice, por pequeño que parezca, ayuda al mantenimiento de su forma deportiva. Además, su disposición, esfuerzo y compromiso diario frente al entrenamiento, le permiten mantener la seguridad en que su proceso va por buen camino. Creer en lo que hacemos a diario y confiar en nuestras propias capacidades, es la base de un buen entrenamiento mental.
Basados en lo anterior; debemos comprender que el entrenamiento de las habilidades psicológicas se da en todo momento dentro y fuera de casa. Todo deportista tiene la capacidad de desarrollar cualquier habilidad mental que desee, pero la cabeza, al igual que cualquier otra parte del cuerpo, debe entrenarse y potenciarse de manera constante; si no se mantiene y se desarrolla dicho entrenamiento, la habilidad disminuye y con el tiempo se pierde.
¿Qué hace entonces que un deportista imparable tenga fortaleza mental?
Una característica que potencia la fortaleza mental de un deportista imparable, es el conocimiento y manejo pleno de su discapacidad; las circunstancias en que ésta se produce y la adaptación progresiva de su condición, le brindan al deportista paralímpico elementos particulares que componen la fortaleza mental.
Como primer elemento se puede evidenciar un alto nivel de resiliencia que le permite al deportista en condición de discapacidad, tener una mayor habilidad para superar situaciones adversas, ya que se ha enfrentado a superar sus propios miedos, obstáculos y temores, se ha reinventado a partir de su discapacidad y ha surgido de la adversidad con mayor conocimiento de su propio ser.
Un segundo elemento por considerar es la personalidad resistente de un deportista paralímpico, a partir de la cual, por medio de acciones y comportamientos, este deportista se permite transformar situaciones que pueden considerarse potencialmente estresantes o complejas, en oportunidades de crecimiento personal y deportivo.
Como elemento final, debemos considerar las estrategias de afrontamiento que surgen a partir de la adaptación de la discapacidad, las cuales le brindan al deportista paralímpico amplios tipos de respuesta de orden cognitivo, emocional y de comportamiento, y nacen a partir la evolución progresiva de ésta. Cada vez que el deportista se adapta a un obstáculo, bien sea deportivo o social, cambia de manera positiva su percepción de la situación, aumenta su nivel de confianza y su deseo y capacidad de reto frente a situaciones con mayores niveles de dificultad.
Entonces el deportista, no solo tiene la posibilidad de seguir entrenando y potenciando sus habilidades psicológicas básicas, buscando perfeccionarlas, darles una identidad, manejo y estilo propios, sino que además, puede y debe hacer uso de su personalidad resistente, estrategias de afrontamiento y nivel de resiliencia construidas desde el manejo de su propia discapacidad para enfrentar este momento adverso y aún más, para crear nuevas herramientas que le brinden un mayor conocimiento y control de su capacidad mental.
Es pertinente decir entonces, que la fortaleza mental en un deportista no se construye de momentos o situaciones puntuales, se da a partir de un proceso estructurado de crecimiento y desarrollo de habilidades y destrezas psicológicas, y de un amplio manejo de éstas en función de un objetivo deportivo. El deportista que verdaderamente la desarrolla, la entrena diariamente y la vuelve parte fundamental de su vida.
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